6 de Enero de 2011

Beato Giacomo Alberione

Muy estimados Amigos:

«La prensa, el cine, la radio y la televisión constituyen en la actuali- dad los instrumentos de apostolado católico más rápidos y más eficaces, que hay que emplear con la mayor urgencia. Puede que el futuro nos reserve otros mejores. Actualmente, parece que el apóstol no pueda desear nada mejor para dar a Dios a los hombres, para dar las almas a Dios». El autor de estas líneas que datan de abril de 1960, el padre Santiago Alberione, invirtió mucho en ese apostolado; fue beatificado el 27 de abril de 2003.

Beato Giacomo AlberioneGiacomo (Santiago) Alberione nace el 4 de abril de 1884 en San Lorenzo di Fossano (Piamonte, Italia) y recibe el bautismo al día siguiente. Tiene tres hermanos mayores; después de él nacerán una hermanita, que fallecerá durante su primer año de vida, y un hermano. En el hogar de los Alberione, familia pobre de campesinos, la fe, el trabajo y la confianza en la Providencia son primordiales. A partir ya de su primer año de escuela primaria, al ser preguntado sobre su futuro, Santiago responde con determinación: «Quiero ser sacerdote». Ese proyecto ilumina sus años de juventud. El padre Montersino, párroco de la parroquia de San Martín de Cherasco, en la diócesis de Alba, donde se han instalado los Alberione, ayuda al joven a profundizar en la llamada del Señor y a responder a ella. Santiago es admitido en el seminario menor de Bra durante el curso escolar 1899-1900, donde lee con avidez numerosos libros; pero uno de ellos le perturba hasta el punto de que sus superiores consideran expulsarlo. Aquella dolorosa peripecia contribuye a señalizar el camino por el cual conducirá más tarde sus esfuerzos apostólicos; en adelante, en efecto, sabe por experiencia hasta qué punto una idea impresa, para bien o para mal, puede ejercer influencia en las mentalidades.

El Concilio Vaticano II enseña lo siguiente a propósito de los medios de comunicación social: «La Madre Iglesia sabe, en efecto, que estos medios, si se utilizan rectamente, proporcionan valiosas ayudas al género humano, puesto que contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar y fortalecer el Reino de Dios; sabe también que los hombres pueden volver estos medios contra el plan del divino Creador y utilizarlos para su propio perjuicio; más aún, siente una maternal angustia a causa de los daños que de su mal uso se han derivado con demasiada frecuencia para la sociedad humana» (Decreto Inter mirifica, sobre los medios de comunicación social, 4 de diciembre de 1963, n. 2).

En octubre de 1900, Santiago ingresa en el Seminario de Alba (Piamonte), donde inmediatamente coincide con la persona que será, durante 46 años, su amigo y consejero, el canónigo Francisco Chiesa. El 1 de noviembre de ese mismo año jubilar, el Papa León XIII publica la Encíclica Tametsi futura, en la cual, tras subrayar que la humanidad no puede hallar salvación más que en Cristo Redentor, invita al clero a aplicar todos los medios para dar a conocer su Persona y su doctrina. Esa declaración del Papa marca profundamente al joven Alberione, de tal forma que, en adelante, las directrices del jefe de la Iglesia le guiarán en todas las decisiones que deberá tomar. Y escribirá: «Debemos ser fieles intérpretes de la palabra y de las orientaciones del Papa. No pretendemos ser otra cosa, y Dios nos concederá su gracia para conseguirlo».

En el transcurso de una noche de oración ante el Santísimo, el 31 de diciembre de 1900, Santiago es iluminado por una gracia muy especial: Dios quiere que contribuya a propagar el Evangelio a través de los nuevos medios de comunicación. Se tratará de crear una organización de escritores, de impresores, de libreros y de difusores con el objetivo de propagar a gran escala el mensaje cristiano hasta el corazón de las masas. Al mismo tiempo, es consciente de su insuficiencia y de la necesidad que tiene de la Eucaristía para encontrar la luz, el consuelo y la victoria sobre el mal. Recordará con frecuencia a sus hijos espirituales el origen eucarístico de su misión: «Habéis nacido del Sagrario, de la Eucaristía». En adelante, toda su vida se verá polarizada por esta idea: ser «una nueva clase de apóstol de su tiempo que se sirva para la evangelización de los medios más eficaces de propagación del pensamiento, los mismos que emplean los sin Dios para extender el error».

Hablad de todo, pero de forma cristiana

El 29 de junio de 1907, festividad del martirio de san Pablo, que llegará a ser el santo protector de todas las instituciones que fundará, Santiago Alberione recibe la ordenación sacerdotal. Después de una breve experiencia pastoral como vicario de una parroquia, en el transcurso de la cual conoce al joven José Giaccardo, que será más tarde su primer colaborador, el padre Alberione, ante la sorpresa general, es nombrado director espiritual del Seminario de Alba. Reza mucho, estudia y se muestra disponible a la predicación, a la catequesis y a las conferencias en las parroquias. Sus lecturas le ayudan a profundizar en la comprensión de la sociedad y de la Iglesia de su tiempo, así como en las nuevas necesidades y cambios que aparecen en el horizonte.

El 20 de octubre de 1913 se produce un acontecimiento providencial: se le ofrece el puesto de director del periódico diocesano. Por medio de él podrá poner en práctica las inspiraciones recibidas de Dios en la plegaria. El 20 de agosto de 1914, día del fallecimiento del santo Papa Pío X, empieza oficialmente su obra en Alba, con la fundación de la Sociedad de San Pablo, comunidad de padres y hermanos que, tomando a san Pablo como modelo, desean ser mensajeros de la Palabra de Dios con la ayuda de todos los medios de comunicación social. «Hablad de todo –dirá–, pero de forma cristiana». Como el del apóstol, ese apostolado no tiene límites: «Vuestra parroquia es el mundo entero». Según el espíritu del fundador, al estar la humanidad compuesta de hermanos y hermanas, son necesarios tanto mujeres como hombres consagrados. Con la colaboración de Teresa Merlo, el padre Alberione funda el año siguiente la Congregación de las Hijas de San Pablo. Lentamente, pero de forma segura, en medio de las dificultades, la Familia Paulina va tomando forma. La meta que el fundador traza a todos sus discípulos es la conformación plena con Cristo: acoger a Cristo, Camino, Verdad y Vida en todo su ser –mente, voluntad, corazón y fuerzas físicas. Dicha orientación queda codificada en un librito titulado Donec formetur Christus in vobis (Hasta que Cristo sea formado en vosotros, cf. Ga 4, 19).

El padre Alberione tiene una idea muy elevada de la vida religiosa: «El estado religioso tiene sus raíces en la hondura del Evangelio. El cristianismo pasará siempre por el mundo como una paradoja viviente: locura para unos, escándalo para otros; para nosotros, en cambio, verdad y realidad divina, tal como subrayan las ocho bienaventuranzas anunciadas por el Maestro divino. Sacrificar la propia vida para conservarla, perderlo todo para ganarlo todo. Y este es el colmo de la paradoja: la pobreza se vuelve riqueza; la humillación, exaltación; la virginidad, maternidad; la servidumbre, libertad; el sacrificio, bienaventuranza; el servicio, apostolado; la muerte, vida. Moristeis, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3, 3). Con Cristo quedé crucificado y ya no vivo yo, vive en mí Cristo (Ga 2, 20)». Sin menoscabar en nada el testimonio indispensable que dan los fieles laicos mediante su fidelidad a la gracia bautismal, testimonio con el que la Iglesia cuenta mucho en nuestros días, las personas consagradas siguen siendo actores especialmente eficaces en la obra de transmisión de la fe: «La que estamos atravesando –dice el padre Alberione– es más que nunca la hora de los religiosos. De ellos, si se les escoge y prepara bien, la Iglesia recabará enormes ventajas en todos los sectores de su actividad universal. Así sucedió en los períodos más turbulentos de su historia milenaria: religiosos bien templados en la oración profunda, el estudio y la observancia, salieron de su silencio para ocupar la vanguardia en el combate y para contribuir valiosamente al triunfo de la civilización cristiana y católica. Hoy en día las necesidades son de incalculable amplitud y hondura».

Una novedad que sorprende

El 23 de noviembre de 1921, el padre Alberione soli- cita a su obispo que reconozca a su Sociedad como instituto religioso de derecho diocesano. El prelado traslada el informe a Roma, pero es recibido con poco entusiasmo por dos razones: las directrices de san Pío X prescriben que se limite el número de nuevas congregaciones, y, sobre todo, la novedad de la empresa. ¿Resulta lícito que un grupo de religiosos consagren su vida a la expansión del Evangelio únicamente mediante la prensa, abandonando las formas tradicionales de predicación y de enseñanza? En julio de 1923, el naciente proyecto corre riesgo de zozobrar. El padre Alberione, como consecuencia de un régimen de vida demasiado austero, cae gravemente enfermo, y el diagnóstico médico no deja ninguna esperanza: tuberculosis. Su marcha a un pueblecito para descansar le mueve al recogimiento y le ayuda a pasar mucho más tiempo con el Señor. Todos los días medita sobre un pasaje diferente de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Al cabo de un mes, contrariamente a las previsiones, el enfermo recobra la salud: «¡San Pablo me ha curado!». A partir de ese momento, en las capillas de todas las casas de la Familia Paulina, figurarán las palabras atribuidas a Jesús Eucaristía: «No temáis. Yo estoy con vosotros. Desde aquí quiero iluminar. Vivid en continua conversión».

El padre Alberione sabe perfectamente que la guerra contra las fuerzas del mal no puede ganarse sin el apoyo de almas consagradas por entero a la oración. Por eso, el 10 de febrero de 1924, se funda una comunidad que tendrá el cometido de adorar al Maestro divino en la Sagrada Eucaristía, en reparación de los pecados cometidos por la prensa. Las Hermanas Discípulas del Divino Maestro, dedicadas a la vocación eucarística, consolidarán las devociones características de la obra: Jesús maestro y pastor, camino, verdad y vida; María, madre, señora y reina de los apóstoles, y san Pablo, apóstol y misionero. El fundador designa a la joven Úrsula Rivata como primera superiora de la nueva comunidad. «Cuando adoréis el Santísimo –les prescribe– consideraos las representantes de la humanidad ante Jesús, reuniendo en vuestro corazón todos los corazones de los hombres y presentando a Dios todas sus necesidades: que Él haga llegar la fuerza a quien es débil, la luz a quien se encuentra a oscuras; que los hombres se alejen del pecado, que los pecadores se arrepientan, que las personas consagradas a Dios alcancen santificación y celo. Jesús os ha encomendado este ministerio: ser representantes de la humanidad ante el sagrario; esta es vuestra vocación, ¡un ministerio de amor!».

Hasta el momento, la publicación de libros ha sido el primer trabajo de los nuevos religiosos, pero el padre Alberione intuye que las revistas podrían ser otro poderoso medio de anunciar el Evangelio. Ya en 1912 había creado Vita Pastorale, una publicación mensual destinada a los sacerdotes; en 1931 aparece Famiglia cristiana, un semanario para la familia; en 1933 nace Madre di Dio «para revelar a las almas la bondad y la grandeza de María ». Más tarde escribirá: « María trae su luz celestial, que se difunde plácidamente en las almas, incluso en las que había tinieblas e ignorancia. María endulza los corazones, los doblega al bien, santifica las costumbres, difunde la benevolencia en todos. María aporta comprensión y afecto en las familias, da docilidad a los hijos, paciencia y laboriosidad a todos». En 1937 aparece Pastor bonus, publicación mensual en lengua latina que aborda temas de pastoral y presenta una profunda reflexión de carácter bíblico y teológico; en 1952 ve la luz Via, Verità e Vita, una publicación mensual destinada a la difusión de la doctrina cristiana, así como La Vita in Cristo e nella Chiesa (La Vida en Cristo y en la Iglesia), cuya finalidad es «dar a conocer los tesoros de la Liturgia y promoverla para vivir mejor en el espíritu de la Iglesia». Tampoco se olvida a la juventud, a la que va dedicada la publicación bimensual Il Giornalino.

La obra se extiende

Después de la inauguración de algunas casas en Roma y en otras ciudades de Italia, la obra se extiende igualmente en el extranjero: Brasil y otros países de América del sur, Estados Unidos, Europa, China, Japón, Filipinas e India. En 1937, el padre Alberione lanza el apostolado del cine. Los que se oponen a ello son numerosos: ¿cómo pueden servir los religiosos a la Iglesia produciendo películas? Sin embargo, la Santa Sede apoya esos esfuerzos, y se funda la Società Anonima Romana Editrice Filmi. En octubre de 1938, el padre funda la tercera congregación femenina: las Hermanas de Jesús Buen Pastor («Pastorcitas»), cuya vocación consiste en asistir a los sacerdotes en la pastoral parroquial.

El padre Alberione dará pruebas durante toda su vida de una fuerza de espíritu sorprendente para culminar proyectos que aspira a realizar, y nunca baja los brazos. «La única derrota de la vida –dice– es rendirse ante las dificultades y abandonar la lucha« Merece la pena luchar por la sabiduría y la verdad». Pero es la oración lo que lo hace posible: «Dios trabaja para quienes trabajan por Él. Así pues, debemos estar siempre dispuestos a actuar como si todo dependiera de nosotros, a rezar y a esperar en el Señor como si todo dependiera de Él». No obstante, es realista ante los imperativos de la condición terrestre: « Mens sana in corpore sano (Una inteligencia sana en un cuerpo sano) ¡Dios es vida! No tienes que destruir el cuerpo, ni por jugar ni por trabajar demasiado. No debes de mermar tampoco con imprudencia o descuido tus energías y tus valores; al contrario, trata de desarrollarlos en ti con los métodos de una buena pedagogía; despliega tu arte, mejora tu oficio, ensancha tu esfera de acción así como tus conocimientos, en beneficio tuyo y de la sociedad; desarrolla tu personalidad mirando a la verdad y no a las apariencias. Cuando hacemos todo lo posible para aumentar el rendimiento, imitamos a Dios que es acto puro, nos acercamos a Él. Ya sea intelectual, moral o físico, el trabajo es también una mortificación».

«Lo que queda por realizar»

La Segunda Guerra Mundial no detiene el avance espi- ritual del fundador, inmovilizado en Roma por las circunstancias. En espera de condiciones propicias a su apostolado, se dedica sobre todo a la adoración y a la contemplación. Sin embargo, en plena guerra, el 10 de mayo de 1941, el Papa Pío XII firma el decreto que concede a la Sociedad de San Pablo el estatuto de instituto religioso de derecho pontificio. A finales de 1945, el padre Alberione puede retomar su cayado de peregrino, viajando alrededor del mundo para encontrarse y animar a sus Hijos e Hijas. Su lema es «Mirar al futuro. No pensar en lo que se ha realizado, sino en lo que queda por realizar» (cf. Flp 3, 13). El lejano oriente impresiona al padre: de entre esas innumerables multitudes de personas, ¿cuántas conocen a Jesucristo?

Los años 1950 y 1960 suponen la consolidación de la Familia Paulina, caracterizada por un auge generalizado: vocaciones, fundaciones, ediciones, proyectos diversos y formación profesional. En el libro Abundantes divitias gratiae suae (La incomparable riqueza de su gracia, cf. Ef 2, 7) publicado en 1954 con motivo del cuadragésimo aniversario de la fundación, el padre Alberione relata las gracias concedidas a la obra. El 8 de septiembre de 1956 nace una cuarta congregación femenina, las Hermanas de María Reina de los Apóstoles, que se consagran a suscitar y a mantener viva la atención a la vocación divina que cada persona recibe de Dios. De 1958 a 1960, cuatro institutos seculares acaban completando el gran árbol genealógico de la Familia Paulina: María de la Anunciación (laicas consagradas), San Gabriel Arcángel (laicos consagrados), Jesús Sacerdote (sacerdotes diocesanos), Sagrada Familia (esposos). La Unión de Cooperadores y Cooperadoras (laicos de cualquier edad que intentan ampliar la obra en sus ambientes respectivos) se había fundado en 1917.

Durante los años 1962-1965, el padre Alberione toma parte, en calidad de padre conciliar, en el Concilio Vaticano II. Aunque su salud no le permite intervenir personalmente en los debates, experimenta un gozo inmenso, el 4 de diciembre de 1963, cuando se promulga el decreto conciliar sobre los instrumentos de comunicación social como herramientas de evangelización. «Ahora –dirá– ya no hay duda posible. La Iglesia ha hablado». El 28 de junio de 1969, en una audiencia concedida al padre y a un grupo numeroso de sus Hijos e Hijas, el Papa Pablo VI se expresa de este modo: «Mírenlo ahí humilde, silencioso, incansable, siempre vigilante, recogido en sus pensamientos, que van de la oración a las obras, siempre atento a interpretar los «signos de los tiempos», es decir, los medios más eficaces para comunicar con las personas; nuestro padre Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para dar vigor y amplitud a su apostolado, una nueva conciencia de su misión para la evangelización mediante los medios de comunicación de masas. Permita, querido padre Alberione, que el Papa se regocije de su largo, fiel e incansable trabajo, y de los frutos producidos para la gloria de Dios y el bien de la Iglesia».

El 26 de noviembre de 1971, el padre Alberione está agonizando. Avisado por su secretario, Pablo VI acude en persona a su cabecera, pero, cuando llega, el enfermo ha perdido el conocimiento. El Papa pregunta si ha recibido todos los sacramentos, y luego se arrodilla a su lado, reza el Padrenuestro y el Avemaría, se levanta y le da una última absolución. Una hora después, el fundador se apaga a la edad de 87 años. En la actualidad, la Familia Paulina está formada por unos 8.000 miembros diseminados en más de 50 países.

La voz de Pedro

Desde la muerte del padre Alberione, los medios de comunicación han adquirido, gracias a una prodigiosa evolución tecnológica, potencialidades extraordinarias, aunque no por ello dejan de plantear problemas nuevos e inéditos. Internet permite el acceso a informaciones casi instantáneas, pero ha dado lugar a nuevas formas de dependencia inhumanas. El Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales declaraba en 2002:

«Los padres deberían asegurarse de que los ordenadores accesibles a los niños estén equipados de sistemas de filtrado« a fin de protegerlos lo mejor posible de los peligros de la pornografía, de los predadores sexuales y de otras amenazas. No debería permitirse el acceso sin control a Internet».

Al mismo tiempo, Internet hace que la enseñanza de la Iglesia sea más accesible. No solamente los textos más importantes del Papa (encíclicas, constituciones, etc.), sino que también están fácilmente a la disposición de todos en varias lenguas en la página web del Vaticano (http://www.vatican.va/) los más cortos, tales como los de las audiencias generales del miércoles. En el transcurso de las audiencias semanales, el Santo Padre presenta una enseñanza breve pero rica, encaminada a inspirar el deseo de una vida cristiana auténtica. El padre Alberione se habría alegrado de esta facilidad actual de los fieles de oír la voz del sucesor de Pedro. Él mismo decía: «Diecinueve siglos de historia demuestran que el Señor guía a su Iglesia, nuestra Iglesia. La barca de Pedro continúa su peligrosa travesía por un mar agitado, pero no deja de conducir con seguridad, hasta el puerto de la bienaventurada eternidad, a los hombres que cuentan con ella».

Beato Santiago Alberione, consigue para todos los hombres el don del Espíritu Santo, de suerte que abran sus corazones a la luz de Cristo y reciban con docilidad la palabra de su Vicario.

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