Los monjes pusieron en práctica estas palabras del Salmo.
En efecto, la esencia de su vida consiste en rendir a Dios el culto que le es debido, especialmente mediante la oración litúrgica. San Benito le da tanta importancia que prescribe: «No se debe preferir absolutamente nada al Oficio Divino» (Regla de San Benito, cap. 43). Consiste principalmente en el canto de los Salmos y lecturas de la Biblia. Desde el principio de su historia, la Iglesia ha promovido este tipo de oración, heredada de la tradición del Antiguo Testamento y utilizada por el propio Cristo y sus Apóstoles.