Oficios litúrgicos

Siete veces al día,
Proclamaré tus alabanzas

(Salmo 118, 164).

Los monjes pusieron en práctica estas palabras del Salmo.

En efecto, la esencia de su vida consiste en rendir a Dios el culto que le es debido, especialmente mediante la oración litúrgica. San Benito le da tanta importancia que prescribe: «No se debe preferir absolutamente nada al Oficio Divino» (Regla de San Benito, cap. 43). Consiste principalmente en el canto de los Salmos y lecturas de la Biblia. Desde el principio de su historia, la Iglesia ha promovido este tipo de oración, heredada de la tradición del Antiguo Testamento y utilizada por el propio Cristo y sus Apóstoles.

Nuestra abadía mantiene la lengua oficial de la Iglesia en su liturgia, el latín, y canta sus Oficios utilizando melodías gregorianas, tan propicias para la oración. En la madrugada y aún en la oscuridad, el Oficio comienza con los Maitines. Se trata de un largo oficio compuesto de salmos y lecturas. Luego viene el Oficio de Laudes, que inaugura el día. La jornada está marcada por los oficios menores de Tercia, Sexta y Nona; la primera al comienzo de la misa conventual, las otras dos, antes y después del almuerzo. Las Vísperas ponen fin al trabajo de la tarde, y las Completas cierran la jornada antes del descanso nocturno. La misa conventual se sitúa al final de la mañana, para así irradiar durante todo el día.

Los huéspedes pueden seguir los Oficios y la Misa en los libros en latín-francés que se proporcionan. > Horarios-de-los-oficios