12 de Octubre de 2018
Padre Sevin, sj
Muy estimados Amigos:
En la década de 1920, los jóvenes que acudían a Chamarande (cerca de París – Francia) para formarse en la responsabilidad de jefe o de guía scout, en cuanto llegaban al campamento quedaban impresionados ante la presencia de un sacerdote de proyección extraordinaria : un jesuita barbudo de ojos azules y vestido con una corta sotana de color kaki. Si bien era cierto que el “maestre de campamento” —tal es el título que ostentaba— les enseñaba las materias “profanas”, como cortar árboles y construir cabañas, también les iniciaba sobre todo en el combate espiritual y les conducía hasta la vida de intimidad con el Sagrado Corazón de Jesús. ¿ Quién era aquel sacerdote de inolvidable sonrisa estimulante y de mirada profunda ?
Jaime nace el 7 de septiembre de 1882 en Amiens (Francia), primogénito de Adolfo María y de Luisa. Adolfo Sevin, conocedor de los Ejercicios de san Ignacio y católico muy comprometido en el ámbito social, participa en numerosos congresos católicos regionales en Lille, donde interviene especialmente con una conferencia sobre “Los mejores métodos de oposición a la pornografía y a la licencia de las calles”. En esa fervorosa familia, donde rezan y se toman la vida cristiana en serio, Jaime pasa su primera infancia en Dunkerque, gran puerto francés del mar del Norte. Sueña con ser marino, mientras que su padre, hombre de negocios en la industria textil, le orienta hacia el comercio ; sin embargo, Dios tiene otros planes para él. En 1888, los Sevin se instalan en Tourcoing, ciudad del extrarradio de Lille dedicada entonces a la industria textil. En 1892, envían a Jaime al colegio de los jesuitas de Amiens, de donde era antiguo alumno su padre. Tres años más tarde, pierde a su hermano José, experiencia que le desgarra el corazón pero que le inspira este grito heroico : « ¡ Gracias por esta cruz, Dios mío ! ».
« Has hecho bien »
Jaime desea presentarse a la oposición de la Escuela Naval, pero su padre le pide que se haga cargo del negocio familiar. El joven se consuela de la aridez de los estudios entregándose con pasión a la poesía, que será durante toda la vida una gran necesidad de su alma. En 1900, aprueba el ingreso a la universidad y empieza una diplomatura de inglés. En medio de las crisis de adolescencia, Jaime deja que Jesucristo modele su alma y la fortifique con su gracia para las luchas contra el pecado, contra la sensualidad y por una vida de entrega generosa. A partir de 1895, resuena en su corazón la primera llamada de Dios. Unos retiros espirituales seguidos con los jesuitas en 1897, 1898 y 1900 le llevan a fijar su elección : ingresará en la Compañía de Jesús, sacrificando generosamente su sueño de ser marino para seguir la llamada de Cristo ; en su “elección de estado de vida” escribe los motivos de su decisión : « Para salvar mi alma. Para salvar almas. Para tener una regla, unos superiores y la vida en comunidad. Para no ser vulgar ». El 9 de septiembre de 1900, desde el noviciado de Saint-Acheul cercano a Amiens, donde se ha dirigido, Jaime comunica a sus padres su decisión. Su padre le responde : « Has hecho bien en no dudar de nosotros. Dios hará de nosotros lo que quiera. No queremos que no haga de ti lo que quiera ». Su madre añade con ternura : « El solo hecho de pensar que negarme a tu proyecto te haría desgraciado, quizás incluso en este mundo, me quita el valor de oponerme. Sé, pues, feliz en ese camino y yo también lo seré ».
En 1901, una ley que somete las congregaciones religiosas a una autorización del Estado obliga a los jesuitas a exiliarse ; el noviciado de Saint-Acheul se traslada a Arlon, en Bélgica. Jaime no regresará a Francia hasta 1919. Si bien a principios del noviciado manifiesta una religiosidad algo rígida, pronto recupera su carácter alegre y su verbo poético, al servicio de la devoción, sobre todo mariana. Progresa en el combate espiritual bajo la dirección del padre Luis Pouillier, cuya espiritualidad se centra en el misterio de la encarnación redentora. El 5 de septiembre de 1902, Jaime Sevin profesa sus primeros votos y recibe un crucifijo que llevará consigo hasta el día de su muerte. Tras recibir la orden de proseguir sus estudios de diplomatura de inglés, mientras enseña esa lengua en diversos colegios de jesuitas, Jaime atraviesa un período difícil en el plano espiritual, pero da muestras de sus cualidades de educador. El 2 de agosto de 1914, es ordenado sacerdote junto con otros treinta jesuitas. Pero estalla la Primera Guerra Mundial, y Jaime se encuentra separado de Francia por el avance de las tropas alemanas. Obligado a permanecer en Bélgica, en 1916 le enviarán al colegio de Mouscron, a dos pasos de la frontera francesa cerrada por el ocupante ; sin embargo, ni siquiera podrá ver a sus padres, que viven en Tourcoing, a cinco kilómetros de allí. En febrero de 1917, profesa sus votos definitivos.
Evitar cualquier paso en falso
Convertido en el padre Sevin, comienza a realizar un proyecto original : adaptar para la juventud católica el movimiento de los “boy scouts” (chicos exploradores) fundado en 1907 en Inglaterra por Robert Baden-Powell. Desde 1913 había obtenido permiso para ir a estudiar los logros del escultismo inglés al campamento de Roehampton. Cautivado por esa corriente, deseaba desde entonces importar ese movimiento en Bélgica, pero había tenido que considerar las fuertes reservas de numerosos sacerdotes, que criticaban la neutralidad religiosa del escultismo inglés. En su calidad de protestante, Baden-Powell había conferido a su movimiento de los “boy scouts” un carácter inter-confesional, por lo que una obra de educación católica no parecía poder seguir ese modelo. El padre Sevin redacta entonces un libro donde responde a esas objeciones desarrollando sus ideas sobre el escultismo, aunque pidiendo opinión a sus superiores, pues quiere « evitar cualquier paso en falso y tener plenamente la gracia de la obediencia ». El 8 de febrero de 1918, su superior aprueba el proyecto y le precisa que debe esforzarse « en formar un grupo profundamente católico ». De hecho, la intención del padre Sevin es utilizar los métodos educativos básicamente sanos de Baden-Powell y de completarlos a fin de conseguir una profunda formación católica de los jóvenes. El 13 del mismo mes, se realiza en Mouscron la reunión inicial de los responsables, donde se formulan las primeras promesas escultistas. Después de la liberación de Bélgica, en 1919, el movimiento toma impulso y traspasa la frontera desde entonces reabierta : los “Scouts de Francia” nacen en Lille, con varias tropas de muchachos.
Muy pronto, sus superiores envían al padre Sevin a París para que trabaje a tiempo completo en la obra del escultismo. Se asocia con el canónigo Cornette, un sacerdote de la parroquia Saint-Honoré-d’Eylau con ambos brazos paralizados pero lleno de entusiasmo, y con Eduardo de Macedo, un laico con carisma de educador. En el trascurso de una “jamboree” (reunión mundial de scouts) en Inglaterra, el padre entabla relaciones con otras organizaciones escultistas católicas existentes en diferentes países europeos ; de ahí nacerá la Oficina Internacional del Escultismo Católico. En 1921, el cardenal Dubois, arzobispo de París, aprueba la Federación Católica de los Scouts de Francia, de la que el padre Sevin es secretario general. En aquellos primeros años, el 90% de los scouts proceden de las clases populares, donde los oratorios parroquiales tenían graves dificultades en llegar. A continuación, el movimiento contará con una mayoría de chicos de clases más favorecidas, algo que siempre lamentará el padre Sevin, que deseaba dirigirse prioritariamente a las “periferias” : « Los chicos que reivindicamos como más especialmente nuestros son aquellos que las obras existentes no quieren, o ya no quieren ».
En noviembre de 1921, al padre Sevin se le asigna la residencia de los jesuitas de Lille. La oposición de algunos sacerdotes hostiles al escultismo no es ajena a esa medida, que complica su tarea al alejarlo de París. Los estatutos del movimiento otorgan, de hecho, un papel primordial a los jefes de tropa, que son laicos, mientras que piden a los capellanes que se limiten normalmente a las funciones espirituales. Esa justa independencia de los laicos en las cosas temporales (como la organización de un campamento) muestra una concepción poco frecuente a principios del siglo xx. No obstante, el padre Sevin jamás pierde de vista el objetivo último del escultismo católico : conducir a los jóvenes a una ferviente vida de unión con Jesucristo, con el fin de salvar sus almas. En 1922, durante unos Ejercicios de san Ignacio que predica a treinta y dos responsables scouts, les aporta esta consigna : « Mediante la oración y la generosidad, id hasta el contacto íntimo con Nuestro Señor ». Ese mismo año, aparece el primer número de la revista Le Chef, destinada a todos los jefes y jefas scouts (pues se había fundado una rama femenina : las Guías de Francia).
El Evangelio estudiado a fondo
En 1923, los propietarios del palacio de Chamarande, a 40 km al sur de París, ponen permanentemente a disposición de los Scouts de Francia el vasto parque boscoso de su propiedad. En “Cham”, el padre Sevin —que ha recibido de Baden-Powell elogio y ánimos— dirigirá personalmente durante diez años innumerables campamentos de formación de jefes y jefas scouts ; de ese modo, influirá profundamente en un millar de jefes. A todos presenta como objetivo la santidad, y esa santidad debe apoyarse en el « Evangelio, leído, releído y estudiado a fondo ». Desde el principio se lanza la construcción de una amplia capilla donde, a partir de 1929, todos pueden acudir a adorar a Jesús presente en el sagrario. El padre celebra cada día Misa al aire libre, bajo un refugio abierto. Asistir a Misa entre semana no es estrictamente obligatorio, pero nadie querría faltar, por la manera de celebrar del padre Sevin, que impresiona y edifica. Los temas que con mayor gusto aborda durante los campamentos de formación son : el espíritu scout, escultismo y religión, el estado de gracia, la pureza, la fidelidad al deber de estado, la prudencia, el significado y las lecciones de la Cruz, la vida en equipo, la confianza, la verdad, la autoridad, el altruismo y —sobre todo— el ejemplo, la apertura a la belleza de la creación, obra de Dios. Influido grandemente por el ideal de la caballería, exclama : « La epopeya más orgullosa es conquistar su propia alma y llegar a ser santo ».
El padre Sevin traduce al francés y adapta la ley escultista de Baden-Powell haciéndola preceder de tres principios : 1) El scout está orgulloso de su fe, sometiendo a ella toda su vida. 2) El scout es hijo de su país, y buen ciudadano. 3) El deber del scout empieza en casa. Inspirándose del Oficio Divino, por el cual la Iglesia santifica las diferentes horas del día, el padre Sevin compone igualmente oraciones para los distintos momentos de la jornada del scout. También le debemos numerosos cánticos que se han hecho clásicos : Canto de la Promesa, Virgen de los Exploradores… Se sirve de una imagen frecuente en la Biblia (cf. Gn 12, 8), diciendo que cada hombre deberá un día « desmontar la tienda » : ese momento preciado de la muerte que lleva a la eternidad, el padre Sevin quiere que sea preparado por las múltiples pequeñas renuncias que tejen la jornada del scout, es decir, que cada sacrificio, cada “b.a.” (buena acción) es una pequeña muerte de sí mismo que nos encamina hacia la vida eterna.
Al dirigirse a 4.000 scouts de Italia, el 4 de septiembre de 1946, el Papa Pío XII decía : « Vuestra asociación tiene como lema Estote parati, estad preparados (cf. Mt 24, 44), es decir, estad siempre preparados a cumplir vuestro deber. Quisiéramos dar a esas palabras un significado todavía más amplio y profundo : estad preparados en todo momento a cumplir concienzudamente la voluntad de Dios y a observar sus mandamientos. Estad preparados sobre todo para el momento, conocido solamente por Dios, en que el Señor os llamará a rendir cuentas de los talentos que se os confiaron ». En la misma perspectiva, el Concilio Vaticano II enseña : « La verdadera educación se propone la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las varias sociedades, de las que el hombre es miembro y de cuyas responsabilidades deberá tomar parte una vez llegado a la madurez » (Declaración sobre la educación cristiana).
Caminar a contracorriente
La bandera de los scouts reproduce la Cruz de Jerusalén, cruz griega potenzada. Las cuatro “Tau” orientadas hacia los cuatro puntos cardinales simbolizan la universalidad de la Redención. Esa cruz lleva la flor del lirio, símbolo de la brújula que indica la buena dirección. San Juan Pablo II, dirigiéndose a una asamblea de scouts de Europa en Viterbe, el 3 de agosto de 1994, precisaba cuál es la buena dirección : « En un mundo que propone placeres fáciles e ilusiones engañosas, hay que saber caminar a contracorriente, inspirándose de los valores morales esenciales, los únicos capaces de alcanzar una vida feliz, próspera y serena ».
La capacidad de atracción del padre Sevin procede de la conformidad de todos sus actos con sus palabras. Por otra parte, enseña que no hay que pedir a los demás lo que uno mismo no haya dado de antemano a Dios. Transmite el fuego interior que habita en él : la oración, la adoración y el silencio se convierten para sus jóvenes jefes en las piedras angulares indispensables de un edificio expuesto, sin ello, a la erosión del activismo y del naturalismo. Además de otros numerosos beneficios, los campamentos de Chamarande se convierten en semilleros de vocaciones religiosas y sacerdotales (más de cuatrocientas en el transcurso de los diez primeros años de la fundación). Sin embargo, el maestre de campamento no quiere demasiada seriedad en las actitudes, ya que el escultismo sigue siendo un juego, y los jóvenes se santificarán entregándose al juego. En los campamentos reina la alegría, incluso en días de lluvia o de monotonía, y el deporte ocupa un lugar importante, como debe ser. « El deporte es lucha, competición para adjudicarse una corona, una copa, un título, un primado. Pero sabemos por la fe cristiana que vale más la “corona incorruptible”, “la vida eterna”, que se recibe de Dios como don, pero que es también el término de una conquista cotidiana en el ejercicio de las virtudes » (San Juan Pablo II, 12 de abril de 1984).
Como capellán de la IX tropa de Lille, el padre lleva con frecuencia a sus muchachos al centro heliomarino de Berck-Plage, donde se curan numerosos jóvenes gravemente enfermos. En 1927, funda allí un grupo scout formado por sesenta jóvenes enfermos o discapacitados. Es el “escultismo de extensión”, que se desarrollará por todas partes en provecho de jóvenes cuya salud no les permite realizar el escultismo clásico con sus rudas actividades al aire libre.
Pequeñísima obra
No obstante, en el seno de los dirigentes laicos de los Scouts de Francia, no todos apreciarán la personalidad del padre Sevin. Le reprochan que se exceda en su papel de sacerdote y que lleve el movimiento hacia el misticismo. En otro aspecto, le acusan de indiferentismo religioso a causa de sus relaciones con el protestante Baden-Powell. Tras ser denunciado ante el Santo Oficio, el padre es convocado a Roma en 1925. Él se justifica sin dificultad, y el Papa Pío XI le expresa su confianza y sus ánimos para con su movimiento. De regreso, el padre extrae de esa alerta una lección de humildad : « Somos una pequeñísima obra en la Francia católica, y aún más pequeña en la Santa Iglesia ». Y corrige en sus escritos algunas expresiones insuficientemente coherentes con la doctrina y la fe católicas. A pesar de ello, prosiguen las oposiciones y las contradicciones. El 15 de marzo de 1933, el padre Sevin ve cómo le retiran de los cargos de comisario de formación de los jefes, de director de la revista Le Chef y de comisario internacional, con el argumento de que ocupa indebidamente funciones reservadas a los laicos. Después, será separado de todas sus responsabilidades en los Scouts de Francia, y finalmente incluso de la de capellán de la IX tropa de Lille. En realidad, esas decisiones tienen como origen enemistades y envidias suscitadas por la proyección personal del padre. Por su parte, él siente profundamente la amargura de ese alejamiento definitivo, a sus cincuenta y un años, de la obra que había fundado. Hasta 1939, proseguirá en Lille un ministerio muy discreto, siendo enviado después a Troyes para desarrollar, entre 1940 y 1946, el cargo honroso de superior de la residencia jesuita, a la que salvará de la desaparición en los tiempos difíciles de la ocupación alemana.
Afectado por esas enemistades que no comprende y herido por actuaciones de personas con las que pensaba poder contar, el padre Sevin desahoga en privado su sufrimiento, pero se abstiene de cualquier recriminación pública. Aplica la consigna que daba a todos los jefes durante los campamentos de Chamarande : « Hay que aceptar lo que nos sucede, incluso si tenemos la impresión de decaer con respecto a los demás ». Perdona a quienes le han tratado injustamente y logrará incluso renovar con ellos contactos amistosos, a menudo con motivo de una enfermedad o el final de la vida.
En 1935, en el transcurso de un retiro espiritual que predica, el padre Sevin conoce a Jacqueline Brière, una jefa de lobatos con la cual funda un círculo espiritual de chicas jóvenes. De ese grupo nacerá, nueve años más tarde, una congregación contemplativa y misionera : la “Santa Cruz de Jerusalén”. Como redactor de los estatutos y padre espiritual, el padre Sevin debe ofrecer a Dios en 1950 un último desprendimiento : su provincial le pide, de parte del padre general, que deje a otro sus funciones de director y confesor de la Santa Cruz de Jerusalén. Ese mismo día, responde : « El Reverendísimo Padre General puede contar con mi obediencia absoluta, sin vacilar. He querido inculcar tanto ese espíritu a mis hijas que no puedo dejar de dar ejemplo de ello ». La congregación de la Santa Cruz de Jerusalén cuenta en la actualidad con siete casas en diversos países. Con motivo de la apertura del proceso de beatificación del padre Sevin, el padre Kolvenbach, entonces general de los jesuitas, dirá de él : « Apremiado de forma bastante inesperada para que cediera el puesto, el padre aceptará permanecer en la sombra, mortificado ciertamente, pero sin amargura ni resentimiento, haciendo suya la actitud de san Juan Bautista : Es preciso que él crezca y que yo disminuya (Jn 3, 30). Y es precisamente eso lo que hace su verdadera grandeza ».
A cualquier precio
A los jóvenes, el padre Sevin les enseña las promesas confiadas por el Corazón de Jesús a santa Margarita María : « Las almas tibias (que practicarán esa devoción) se volverán fervientes… triunfarán en todas sus empresas ». El 16 de junio de 1950, compone un último acto de consagración que comienza así : « ¡ Oh, Jesús bienamado ! Ya que deseo ser tuyo, tómame y hazme santo a cualquier precio, incluso a pesar mío ; es imposible con mi miseria, pero no es más que un juego para tu misericordia ; porque, si puedo justamente desesperar de mí mismo, sé que nunca esperaré demasiado de tu poder y de tu bondad ».
Como cantor de Nuestra Señora, el padre Sevin compone numerosos poemas, cánticos y meditaciones en honor a María. Confía la pureza de los scouts a la protección de la Virgen Inmaculada, cuya ley dice en su capítulo diez lo siguiente : « El scout es puro en sus pensamientos, sus palabras y sus actos ». Y reza en estos términos a quien los cristianos piden sin cesar la gracia de una buena muerte :
« ¡ Ave María !
Cuando me llegue la hora,
apiádate de quien tanto te rezó,
y, en tu amor, haz que yo muera
diciendo de nuevo ¡ Ave María ! ».
A santa Teresita, que tanto influyó en su espiritualidad, el padre Sevin se dirigía en estos términos en un poema de 1913 :
« Cuando, cansados de escalar el camino
con tan grande amor seguido,
el peso del esfuerzo ya no sintamos,
“Pequeña Santa”, dígnate darnos
la generosidad de a la vida sonreír
para tener la dulzura de hacerlo al morir ».
Afectado de una bronquitis en febrero de 1951, el padre Sevin pasa sus últimos meses en este mundo en Boran-sur-Oise, en un priorato de las hermanas de la Santa Cruz. Se debilita progresivamente y fallece el 19 de julio tras una larga agonía durante la cual edifica a los que le acompañan, con su paz y su abandono a la Providencia. En sus últimos momentos, aprieta en sus manos el gran crucifijo de profesión murmurando : « ¡ Mi compañero ! ¡ Es mi compañero ! ». El 10 de mayo de 2012, el Papa Benedicto XVI reconoció la heroicidad de sus virtudes, primera etapa hacia la beatificación.
El padre Sevin había entregado a los scouts y guías la “Oración scout” atribuida a san Ignacio de Loyola, que todos podemos hacer nuestra :
« Señor Jesús :
Enséñanos a ser generosos, a servirte como te mereces,
a dar sin contar, a luchar sin temer las heridas,
a trabajar sin buscar el reposo, a entregarnos sin esperar otra recompensa
que la de saber que cumplimos tu Santa Voluntad ».
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