4 de Junio de 2017
San Jorge Preca
Muy estimados Amigos:
«El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio » —afirmaba el beato Pablo VI en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi. San Jorge Preca puso en práctica, por anticipado, la idea expresada por Pablo VI ; decía a sus allegados : « No debemos limitarnos a predicar la fe, sino que debemos vivirla ». Por su condición de pionero en el campo de la catequesis y en la promoción del papel de los laicos en el apostolado, que el Concilio Vaticano II fomentó de manera especial (Apostolicam actuositatem), es conocido como el « segundo Apóstol de Malta », después de san Pablo.
Jorge Preca es el séptimo de nueve hijos, y nace el 12 de febrero de 1880 en La Valetta, capital de la isla de Malta, cerca de un santuario dedicado a la Virgen del Carmen, recibiendo el Bautismo cinco días más tarde. Su padre, hombre de negocios acomodado, llegará a ser inspector de sanidad. En aquel momento, Malta es una colonia británica que vislumbra la independencia, consiguiendo su autonomía en 1964. A pesar de una pobreza real de la isla, la economía se halla en crecimiento. Malta cuenta entonces con un 99% de católicos, y en ella son numerosas las obras religiosas.
Salvado de las aguas
Durante su infancia, un 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, Jorge escapa de la vigilancia de su niñera y cae al agua ; está a punto de ahogarse, pero un pescador que pasa en su barca por el lugar lo salva. « Es usted como Moisés, ¡ salvado de las aguas ! » —le dirán con agrado sus discípulos. En 1888, la familia Preca se traslada a vivir a Hamrun, al sur de la aglomeración portuaria de La Valetta ; allí, Jorge toma la primera Comunión y recibe la Confirmación. Es acólito y, según la costumbre de la época, da clases de catecismo a los niños más pequeños, apostolado que cumple con agrado y fervor. A la edad de dieciséis años, lee la Preparación para la muerte de san Alfonso de Ligorio. Profundamente impresionado por esa obra, durante toda su vida no dejará de recomendar su lectura. Además, Jorge está convencido de que no vivirá muchos años, a causa de su mala salud. En aquella época, recibe el escapulario de la Virgen del Carmen.
Después de sus estudios en el instituto, ingresa en el seminario de Malta para hacerse sacerdote. Su fervor y aplicación llaman pronto la atención de los profesores. Se beneficia de la dirección espiritual de un santo sacerdote, el padre Luis Galea, pero muy pronto, cuando Jorge ya es subdiácono, ese sacerdote es llamado a la presencia de Dios. Poco después, se le aparece y le dice : « El Señor te ha elegido para instruir a su pueblo ». Tras su ordenación como diácono, con motivo de una estancia en casa de sus padres, en Hamrun, Jorge observa a un grupo de adolescentes que se hallan en la plaza de la iglesia. Acercándose a ellos, les pide un cigarrillo y entabla conversación. Luego, con tacto, eleva hábilmente el tono de la entrevista más allá de las banalidades habituales y acaba evocando la Pasión de Jesucristo, inaugurando de ese modo su obra de catequista popular. Su mayor preocupación es animar a quienes encuentra, sobre todo a los más jóvenes, a purificar su corazón a la luz de la Palabra de Dios ; así, podrán a su vez evangelizar. Consigue impresionar especialmente el corazón de un joven obrero de los astilleros, Eugenio Borg, que llegará a ser el primer superior general de la Sociedad que Jorge Preca fundará.
Sin embargo, Jorge cae gravemente enfermo. Su padre llama a la cabecera de la cama al mejor médico de la isla, quien afirma : « Su hijo morirá joven. Solamente respira por un pulmón, pues el otro está completamente atrofiado… Es inútil comprarle los ornamentos sacerdotales y el misal ». Jorge declarará que el hecho de saber que podía morir de un momento a otro le ayudó mucho a desprenderse de todas las realidades de este mundo. No obstante, y contra todo pronóstico, se cura, atribuyendo esa gracia a la intercesión de san José. Muchos años después, bromeará sobre ese episodio diciendo : « Mi padre murió, el profesor de medicina también murió, ¡ y yo todavía sigo aquí enseñando a la gente ! ».
Tras ser ordenado sacerdote el 22 de diciembre de 1906, toma como regla de vida la siguiente frase de su antiguo director espiritual : « Dios te ha elegido para enseñar a su pueblo ». El padre Jorge (en maltés: dun Gorg) celebra su primera Misa solemne el día de Navidad en la parroquia de sus padres, San Cayetano, en Hamrun. En la imagen conmemorativa, anota una oración pidiendo al Señor que le ayude a pensar « hasta el final de su vida en glorificar a la Iglesia y en trabajar por la salvación de las almas del pueblo cristiano ». Tras ser nombrado vicario en San Cayetano, se dedica enseguida a la instrucción de los jóvenes. En un momento de oración, recibe la inspiración de trabajar en una nueva fundación : elegir a algunos jóvenes, formarlos y enviarlos a su vez a instruir a otros. Un día, escucha cómo el sacristán explica a los niños, en una lección de catecismo, que Dios ha creado todas las cosas. Uno de los chicos pregunta : « Pero, ¿ quién ha creado a Dios ? ». Carente de instrucción, aquel buen hombre responde : « ¡ Dios se creó a sí mismo ! ».
En realidad, Dios es increado y ningún ser puede hacerse a sí mismo. El padre Jorge concluirá acerca de ese incidente : « Comprendí que quienes enseñan el catecismo deben estar bien formados en la fe y en la doctrina ». La presencia en Malta de protestantes ingleses influyentes y prosélitos lo fortalece en su proyecto. La fe del pueblo poco instruido está seriamente en peligro, pues son muchos los que, a falta de un profunda formación cristiana, practican por costumbre y conformismo social. Una sociedad bíblica inglesa prepara una traducción de la Biblia en maltés, con la colaboración de uno de los hombres más eruditos de la isla, que se ha hecho anglicano. Sin embargo, unos fieles católicos han tomado la iniciativa de publicar un periódico apologético y de ejercer un apostolado en inglés dirigido a los británicos.
Museum
El padre Preca emociona a los jóvenes con su amistad impregnada del deseo de compartir con ellos el gran amor a Dios que arde en el fondo de su alma. Su entusiasmo es tan contagioso que consigue mantener, durante horas, a sus discípulos sentados a sus pies. Muy pronto, reúne en torno a él a un grupo de jóvenes obreros. Durante una reunión, Jorge Preca les pregunta qué nombre poner a la sociedad naciente. Unos de los muchachos, conocido por su vivacidad y espontaneidad, propone el vocablo “Museum”. Un museo —explica— agrupa objetos preciosos expuestos a la vista y a la reflexión del público ; del mismo modo, en el Museum se encuentra la doctrina cristiana, preciosa entre todas. La propuesta se adopta con entusiasmo. Después de reflexionar, el padre pide que se considere la palabra Museum como un acróstico que signifique “Magister, utinam sequatur Evangelium universus mundus” (Maestro, quiera Dios que el mundo entero siga el Evangelio). Sin embargo, en adelante el grupo será conocido por el nombre de “Sociedad de la Doctrina Cristiana”.
El padre Jorge pasa largas horas en oración y solamente sale de casa por la tarde, para impartir sus clases de catecismo. Pronto decide tener sólo como colaboradores a los jóvenes solteros que se implican por completo en el apostolado. Las bases de su vida espiritual son la meditación de las postrimerías y la imitación de Jesucristo. El padre Jorge les inicia a prepararse para una vida de sacrificios y renuncias. Para ilustrar ese propósito, cuenta que, aproximadamente dos años antes de su ordenación, encontrándose un día en un cruce de la carretera principal que lleva de La Valetta al sur de la isla, vio venir hacia él a un joven que tiraba de una carreta muy cargada. Al llegar a su altura, el joven le instó con autoridad a que le ayudara. Su primera reacción fue preguntarse quién era aquel muchacho que requería semejante asistencia servil de un sacerdote. Luego, sintiéndose invadido de una ternura desconocida, se puso a empujar la carreta con él : « Pensaba —confesará— que los transeúntes, al ver que un sacerdote en sotana se entregaba en público a tal actividad, debían considerar que estaba para que lo encerraran. Solamente más tarde entendí el significado de ese episodio : el muchacho simbolizaba (o era) Cristo ; la carreta era nuestra obra. Cristo la guía y nosotros la asistimos. En los momentos difíciles, recuerdo que es Jesús quien tira de nuestra carreta, así que podemos seguirlo con los ojos cerrados. Si atraviesa un lecho de rosas, le seguimos ; si atraviesa barrizales, continuamos siguiéndole ».
Una obediencia difícil
Poco a poco, las reglas de vida y de acción van precisándose : los miembros de la pequeña sociedad, laicos, solteros, dedicados por entero al apostolado y a la proclamación del Evangelio, llevan ropa modesta, viven con sencillez, rezan y trabajan en su formación varias horas al día, a fin de poder, a su vez, instruir a los demás. Se abren algunos centros en algunas parroquias de Malta. Para la enseñanza, los asociados utilizan un librito, La voz del Amado, recopilación de frases de Nuestro Señor extraídas del Evangelio y realizada por el padre Jorge. Éste profesa una particular devoción hacia el misterio de la Encarnación, de tal modo que, muy pronto, todos los asociados llevarán, inscrita en la ropa, la siguiente frase del apóstol san Juan : Et Verbum caro factum est (Y el Verbo se hizo carne). El fundador instituye igualmente en Navidad, en las parroquias, una representación escénica del Nacimiento ; todavía en nuestros días, esa costumbre se mantiene en casi todas las parroquias de la isla.
Sin embargo, el entusiasmo y la tenacidad del padre Jorge chocan con grandes contradicciones, pues la idea de instruir directamente a los obreros se considera revolucionaria en aquella época. En 1909, recibe la orden, de parte del obispo, de cerrar todos sus centros. Él obedece, pero esa prueba dura poco : a partir de 1910, a la vez que las secciones masculinas restablecidas, se inauguran las secciones femeninas de la Sociedad de la Doctrina Cristiana, con la ayuda de Giannina Cutajar, que se convierte en la primera superiora. Las secciones masculinas y femeninas comparten el mismo ideal, aunque se hallen completamente separadas. El papel del superior general es servir de enlace entre ambos grupos. En 1915, se instaura la Sociedad de los “Asociados Internos”, compuesta por miembros que han elegido vivir en comunidad. Finalmente, en 1960, el arzobispo de Malta aprobará la asociación de los “Cooperadores”, hombres casados, sacerdotes, etc., que se inspiran del carisma de la Sociedad.
Ardientes partidarios
Durante los años 1914-1915, el padre Preca es víctima de una campaña de prensa hostil, llegando incluso a ser acusado de locura, especialmente por miembros del alto clero. Soporta las calumnias con paciencia e indulgencia hacia las personas, recomendando a los miembros de la Sociedad que se mantengan serenos ante esos ataques. En 1916, el nuevo obispo de Malta, el padre Mauro Caruana, un maltés convertido en monje benedictino en Escocia, decide abrir una investigación rigurosa sobre los hechos y gestos del padre Jorge y de sus grupos, que ya están presentes en varias parroquias de la diócesis. De ese modo, el fundador es considerado casi oficialmente como sospechoso. Un día, un sacerdote, probablemente enviado por la curia episcopal, se presenta de improviso en la sala donde el padre Jorge enseña el catecismo a unos jóvenes, pidiéndole que interrogue a uno de los muchachos sobre un tema de su elección. El muchacho designado presenta una breve exposición sobre los deberes hacia Dios, hacia el prójimo y hacia sí mismo, y luego termina citando a san Benito José Labre : « Para resultar agradable a Dios, lo que es deber de todos, hay que tener tres corazones en uno : un corazón de fuego para Dios, un corazón de carne para el prójimo y un corazón de bronce para uno mismo ». Las conclusiones de esa investigación, y de las siguientes, serán todas favorables, de tal manera que los investigadores se convertirán, en contacto con la realidad, en ardientes defensores de la obra. El reconocimiento canónico oficial se concederá el 12 de abril de 1932.
El padre Jorge Preca es un escritor prolífico, pues, a pesar de su limitada economía, publicará más de 140 obras. Para editarlas y difundirlas adquiere material tipográfico. Al no existir ninguna editorial católica en la isla, funda en los años 20 lo que llegará a ser la “Veritas Press”. Junto con la “Librería Preca”, sigue siendo, aún hoy en día, una de las principales editoriales católicas de Malta. Entre sus escritos hay libritos de meditación y otros folletos sobre la doctrina cristiana, las postrimerías, etc., redactados en su mayoría en maltés y destinados a ayudar a los asociados en su apostolado. Los Apóstrofes son un compendio de auténticos actos de fe y de confianza en Dios, para realizar a lo largo del día. He aquí un ejemplo : « ¡ Señor ! Sois quien sois ; y yo soy vuestra obra, obra de vuestra bondad, obra de vuestra sabiduría. Me habéis dado un cuerpo y un alma a vuestra imagen a fin de que pueda conoceros y mostraros como mi Creador. Pero, como me habéis hecho libre, estoy siempre en peligro de contradecir vuestra Santa Voluntad si no me sostenéis con vuestra gracia. Tengo constante necesidad de vos ; ¡ no me abandonéis en la hora del peligro ! ».
Una gran red
En sus enseñanzas, el padre Jorge se apoya siempre en las verdades escatológicas, pues —según afirma— la consideración de las postrimerías ayuda a comprender el sentido y el valor de la vida. Las compara con una gran red que se echa en el mar y que recoge peces de todas clases (cf. Mt 13, 47) : el temor de Dios es, en efecto, el punto de partida de un progreso hacia las más altas cimas de la santidad. Además, esas verdades aportan una mirada lúcida sobre las realidades terrestres : « Quien fija la mirada en el horizonte definitivo posee una mejor intuición acerca de los deberes y de las urgencias del orden temporal » (Monseñor R. Minnerath, Religion, l’heure de Vérité, Artège 2015, p. 119). La insistencia del padre Jorge sobre la escatología le trae enemistades de parte de quienes no quieren oír hablar de ello. Pero el fundador ha tomado conciencia de la importancia considerable de esas verdades gracias a los escritos de san Alfonso de Ligorio (1696-1787), cuya lectura lo ha marcado tan profundamente desde su juventud :
« El asunto de la eterna salvación —afirma ese santo doctor de la Iglesia— es, sin duda, para nosotros el más importante, y, con todo, es el que más a menudo olvidan los cristianos. No hay diligencia que no se practique ni tiempo que no se aproveche para obtener algún cargo, o ganar un pleito, o concertar un matrimonio ¡ Cuántos consejos, cuántas precauciones se toman ! ¡ No se come, no se duerme ! Y para alcanzar la salvación eterna, ¿ qué se hace y cómo se vive ? Nada suele hacerse ; antes bien, todo lo que se hace es para perderla, y la mayoría de los cristianos viven como si la muerte, el juicio, el infierno, la gloria y la eternidad no fuesen verdades de fe, sino fabulosas invenciones poéticas. ¡ Cuánta aflicción si se pierde un pleito o se estropea la cosecha, y cuánto cuidado para reparar el daño !… Pero muchos pierden la gracia de Dios, y, sin embargo, ¡ duermen, se ríen y huelgan !… Persuadámonos, pues, de que la salvación eterna es para nosotros el asunto más importante, el asunto único, el deber irreparable si nos engañamos en él… La eterna salvación, no sólo es el más importante, sino el único cometido que tenemos en esta vida… ¿ Qué aprovecha al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma ? (Mt 16, 26). Si tú te salvas, hermano mío, nada importa que en el mundo hayas sido pobre, afligido y despreciado. Salvándote se acabarán los males y serás dichoso por toda la eternidad. Mas si te engañas y te condenas, ¿ de qué te servirá en el infierno haber disfrutado de cuantos placeres hay en la tierra, y haber sido rico y respetado ? » (Preparación para la muerte, Consideración 12).
Nuestra salvación depende también, por entero, de la gracia de Dios, que se obtiene mediante la oración. Por eso san Alfonso nos advierte : « Quien ora se salva certeramente, quien no ora se condena certeramente » (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, 2744). Convencido de la importancia de la oración, el padre Jorge se entrega a veces a largas veladas nocturnas, absorto en Dios. Uno de sus colaboradores dará testimonio de que todas las cosas le recordaban el pensamiento de Dios. Por eso procura huir de todo lo que puede alejarlo de la oración o perjudicar el apostolado ; de ahí que resulte muy difícil conseguir que acepte invitaciones para acontecimientos académicos o profanos. Su deseo de pasar desapercibido le lleva a publicar sus obras sin firmarlas. No obstante, donde quiera que se encuentre, donde quiera que vaya, las gentes acuden a él para confesarse, pedirle consejo o simplemente recibir una frase de ánimo. Su reputación de hombre de Dios, de santidad, se expande por toda la isla. Todos creen que ha recibido el don de leer en las almas ; así, son numerosas las personas que, habiendo venido a consultarlo, han regresado sin necesidad de exponerle con detalle sus dificultades, pero cargadas con consejos perfectamente adaptados. También pasa muchas horas en el confesionario. Sin embargo, algunos no acaban de entender que el predicador vehemente y exigente que escucharon en el púlpito sea la misma persona que el dulce apóstol de la misericordia divina que les acoge en el confesionario.
Manantial de gracias
La Virgen ocupa un lugar especial en la vida y doctrina espiritual del padre Preca, como lo prueban muchas de sus homilías y su compromiso con la orden de la Virgen del Carmen. El 21 de julio de 1918, se incorpora a la orden tercera carmelita, y profesa su voto con el nombre de fray Franco el 26 de septiembre de 1919, en el convento de Santa Venera. Por otra parte, es su deseo que todos los jóvenes que frecuentan su asociación lleven el escapulario del Carmen. Sin embargo, precisa con fuerza que el escapulario no es una especie de talismán que dispense de la lucha diaria y de la prudencia en la vida cristiana, sino, antes bien, un manantial de gracias para llevar a cabo el combate adecuado de forma más fecunda. Recomienda a sus asociados que recen el Rosario meditando sobre los misterios de la vida pública de Jesús ; esos misterios que propone son semejantes a los misterios luminosos que, en 2002, instituirá san Juan Pablo II. Difunde también la Medalla milagrosa, que considera como un don de María, y le gusta relatar las gracias extraordinarias obtenidas mediante su intercesión.
El amor del padre Jorge por la pobreza es tal que rechaza todas las donaciones personales, aceptando únicamente las destinadas a los asociados y al apostolado. La gobernanta que, durante numerosos años, se hace cargo de la casa donde él vive, asegurará que ella misma le suministró todos los muebles.
En 1952, envían a Australia a cinco miembros de la sociedad laica, con objeto de abrir nuevos centros. La primera idea del padre Jorge era asistir espiritualmente a los malteses emigrados a Melbourne, pero el proyecto se verá ampliado después. Tras la muerte del santo fundador, la Sociedad será llamada a Sudán, en 1983 y en plena guerra civil, a fin de dirigir una escuela a la que asisten tanto católicos como musulmanes. En la actualidad, hay además centros en Inglaterra, Albania, Kenia y Perú, que agrupan en total a más de 1.200 personas.
En 1958, el padre Jorge alcanza la edad de 78 años y su salud empieza a resentirse, padeciendo numerosas dolencias. Los médicos le aconsejan que se lo tome con más calma, pero resulta en vano. Cuatro años más tarde, la inminencia de su fallecimiento es evidente para todos. « El Señor me purifica » —afirma. El 24 de julio, tras una fuerte crisis, confía lo siguiente a un sacerdote que ha acudido a visitarlo : « Estaba a punto de encontrarme con el Señor y ya me estaba regocijando… ». Dos días después, el 26 de julio de 1962, fallece en la población de Santa Venera, lugar donde ha pasado los últimos días, junto a la comunidad carmelita. Sus últimas palabras son para la Virgen María. La Iglesia celebra su memoria el 26 de julio.
El padre Jorge Preca fue beatificado el 9 de mayo de 2001, en el transcurso del viaje apostólico de san Juan Pablo II a la isla de Malta, y canonizado el 3 de junio de 2007 por Benedicto XVI : « Que ayude a la Iglesia a ser siempre, en Malta y en el mundo, el eco fiel de la voz de Cristo, Verbo hecho carne ».
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