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1 de noviembre de 2005 Todos los Santos |
El capellán conoce bien al teniente Darreberg. Ha desparramado a los cuatro vientos su primera educación cristiana, y se muestra orgulloso de ello. Cuando declara: «no tengo ningún deseo de convertirme en santo, en absoluto, sino todo lo contrario», uno queda impresionado de su extraña sinceridad. En el campo, se ha propuesto la tarea de distraer a sus compañeros presos; según dice, es su vocación. De hecho, es imposible aburrirse con él.
¿Una leyenda piadosa?
El 12 de noviembre, el capellán recibe una carta de Darreberg fechada en La Saleta el 20 de octubre: «Debo decirle ante todo que he tenido que realizar un largo viaje, sin demasiadas comodidades». Efectivamente, porque después de haber llegado a Stuttgart en el camión del pan, se dirigió a la estación de ferrocarril, consiguiendo colocarse sobre los topes exteriores de un vagón de tren que partía hacia Constanza. En cada parada se deslizaba bajo uno de los ejes del vagón para no ser descubierto. Viajó de la misma manera desde Constanza hasta Basilea. Ya en Suiza, era libre y pudo llegar hasta Lión y, luego, a la Saleta. La carta sigue diciendo: «Ahora puedo decirle que me sentía atraído irresistiblemente. Tenía que partir« Hace ya cinco días que me encuentro aquí, y vivo como en un sueño« ¡Que estúpido era cuando hablaba de «leyenda piadosa»! Bien es verdad que ya no lo creía. Durante el viaje, llegué a comprender ya tantas cosas« Aquí he conocido a un sacerdote que me ha explicado la historia de esta montaña».
He aquí, resumida, la historia. El 19 de septiembre de 1846, dos niños analfabetos, Maximino (de once años) y Melania (de casi quince años) se hallan cuidando el rebaño en la montaña, más arriba del pueblo de La Saleta, en la diócesis de Grenoble (Francia). Se les aparece un inmenso resplandor, en el cual distinguen, en actitud de profundo dolor, a la que llamarán «la Hermosa Dama», sentada, con el cabeza entre las manos y el pecho compungido en sollozos. En un primer momento, los dos pastorcitos sienten gran espanto, pero la Hermosa Dama se incorpora y los llama con dulce voz: «Acercaos, pequeños, no tengáis miedo». Sin dudarlo, se aproximan y se sitúan tan cerca de ella que casi llegan a tocarla. Lleva en los hombros y en el pecho dos cadenas de las que cuelga una cruz, en la cual sangra Jesucristo resplandeciente de luz.
Tiene los ojos llenos de una inmensa tristeza. Melania afirmará: «Ha estado llorando todo el rato que nos ha hablado; he visto cómo le caían las lágrimas». Ella les dice: «Si mi pueblo no quiere someterse, me veré en la obligación de soltar el brazo de mi Hijo; es tan fuerte y tan poderoso que ya no puedo retenerlo« Os he dado seis días para trabajar; me he reservado el séptimo y no quieren concedérmelo« Los que conducen las carretas no saben maldecir sin incluir el nombre de mi Hijo. Esas son las dos cosas que hacen tan pesado el brazo de mi Hijo». Después de hablar de cosechas desastrosas a causa de los pecados de los hombres, añade: «Si se convierten, las piedras y las rocas se tornarán montones de trigo«». Y acaba como sigue: «Id, hijos míos, anunciad este mensaje a todo mi pueblo». Finalmente, alejándose hacia lo alto del collado, se eleva por encima de la tierra y desaparece lentamente.
Como tantos otros, de rodillas
«María, Madre llena de amor escribía el Papa Juan Pablo II, el 6 de mayo de 1996, mostró en La Saleta su tristeza ante el mal moral de la humanidad. Con sus lágrimas, ella nos ayuda a captar mejor la dolorosa gravedad del pecado y del rechazo a Dios, pero también la apasionada fidelidad que su Hijo guarda hacia sus hijos, Él, el Redentor, cuyo amor se encuentra herido a causa del olvido y de los rechazos».
«El pecado es una ofensa a Dios: Contra ti, contra ti sólo he pecado, lo malo a tus ojos cometí (Sal 51,6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse como dioses, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3, 5). El pecado es así «amor de sí hasta el desprecio de Dios» (San Agustín). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado está diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación« La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los Gálatas opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios (Ga 5, 19-21)» (Catecismo de la Iglesia Católica, CEC, 1850, 1852).
En La Saleta, la Virgen insiste especialmente en los pecados contra Dios por la falta de respeto hacia su nombre. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: «Entre todas las palabras de la revelación hay una, singular, que es la revelación de su nombre« El nombre del Señor es santo. Por eso el hombre no puede usar mal de él. Lo debe guardar en la memoria en un silencio de adoración amorosa. No lo empleará en sus propias palabras sino para bendecirlo, alabarlo y glorificarlo. La deferencia respecto a su Nombre expresa la que es debida al misterio de Dios mismo y a toda la realidad sagrada que evoca« La blasfemia consiste en proferir contra Dios interior o exteriormente palabras de odio, de reproche, de desafío; en injuriar a Dios, faltarle al respeto en las expresiones, en abusar del nombre de Dios« La prohibición de la blasfemia se extiende a las palabras contra la Iglesia de Cristo, los santos y las cosas sagradas. Es también blasfemo recurrir al nombre de Dios para justificar prácticas criminales, reducir pueblos a servidumbre, torturar o dar muerte« La blasfemia es de suyo un pecado grave« Las palabras malsonantes que emplean el nombre de Dios sin intención de blasfemar son una falta de respeto hacia el Señor» (cf. CEC 2143-2144, 2148-2149).
El séptimo
La participación en la celebración común de la Eucaristía dominical es un testimonio de pertenencia y de fidelidad a Cristo: «La Misa es la viva actualización del sacrificio de la Cruz. Bajo las especies de pan y vino, sobre las que se ha invocado la efusión del Espíritu Santo, que actúa con una eficacia del todo singular en las palabras de la consagración, Cristo se ofrece al Padre con el mismo gesto de inmolación con que se ofreció en la cruz« A su sacrificio Cristo une el de la Iglesia: «En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo» (CEC 1368)» (Ibid. 43).
«Al ser la Eucaristía el verdadero centro del domingo, se comprende por qué, desde los primeros siglos, los Pastores no han dejado de recordar a sus fieles la necesidad de participar en la asamblea litúrgica« El Código de Derecho Canónigo confirma esta obligación diciendo que «el domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la Misa» (canon 1247). Esta ley se ha entendido normalmente como una obligación grave« Si la participación en la Eucaristía es el centro del domingo, sin embargo sería reductivo limitar sólo a ella el deber de «santificarlo». En efecto, el día del Señor es bien vivido si todo él está marcado por el recuerdo agradecido y eficaz de las obras salvíficas de Dios. Todo ello lleva a cada discípulo de Cristo a dar también a los otros momentos de la jornada vividos fuera del contexto litúrgico vida en familia, relaciones sociales, momentos de diversión un estilo que ayude a manifestar la paz y la alegría del Resucitado en el ámbito ordinario de la vida» (Ibid. 46, 47, 52).
Un ronroneo sin valor
«El centro de nuestra vida es Cristo, Redentor del hombre recordaba el Papa Juan Pablo II el 16 de octubre de 2002. María no lo oscurece; no oscurece su obra salvífica. Al subir al cielo en cuerpo y alma, la Virgen, primera en probar los frutos de la Pasión y de la Resurrección de su Hijo, es quien, de la forma más segura, puede conducirnos a Cristo, fin último de nuestros actos y de toda nuestra existencia« ¿Acaso existe mejor instrumento para contemplar el rostro de Cristo con María que el rezo del rosario? Debemos redescubrir la profundidad mística que se encierra en la sencillez de esta plegaria, tan apreciada por la tradición popular. En su estructura, esta plegaria mariana es efectivamente, sobre todo, una meditación de los misterios de la vida y de la obra de Cristo. Al repetir la invocación del Avemaría, podemos profundizar en los acontecimientos esenciales de la misión del Hijo de Dios en la tierra, que nos han sido transmitidos mediante el Evangelio y la tradición» (Audiencia general).
La oración, y especialmente el rosario, nos abren a la esperanza. En relación con La Saleta, el Papa Juan Pablo II escribe: «La Virgen pide que su mensaje «se anuncie a todo su pueblo» mediante el testimonio de dos niños, y su voz se dejará oír rápidamente. Llegarán los peregrinos y tendrán lugar muchas conversiones. María se apareció en medio de una luz que evoca el esplendor de la humanidad transfigurada por la Resurrección de Cristo: La Saleta es un mensaje de esperanza, pues nuestra esperanza se sostiene por la intercesión de quien es Madre de los hombres. Las rupturas no son irremediables. La noche del pecado cede su lugar a la luz y a la misericordia divinas. El sufrimiento humano asumido puede contribuir a la purificación y a la salvación» (6 de mayo de 1996).
Seis peniques de multa
Más sorprendente aún resulta la conversión de otro piloto de caza, Norton. «Norton es el auténtico as del grupo escribe Darreberg. Pero tiene un temperamento vulgar y escéptico. Me ha preguntado: «¿Qué significa esa fecha del 19 (aparición de La Saleta el 19 de septiembre)?». Quería rehuirlo, pero he pensado: «Lo anunciaréis a todo mi pueblo». Así que, brevemente, se lo he explicado. Él ha contestado con sorna: «Te creía menos necio». Ha sido duro de encajar. No he insistido« 25 de diciembre de 1941: Navidad. ¡En qué se convierte ese día cuando se aparta al Niño Jesús!... Norton ha estado más odioso que nunca. He abandonado la mesa. Ha dicho: «Las cucarachas se van; el tiempo va a cambiar». Me he esforzado en cerrar la puerta sin hacer ruido».
El 14 de abril de 1942, aprovechando los azares de un combate aéreo, Norton dispara sobre Darreberg; un instante después, éste le salva la vida derribando al que le persigue. Por la tarde, ya en la base, «Norton se me acerca: «Darreberg, te he disparado. ¿Por qué? Te odiaba. ¿Y ahora? Me has salvado la vida. Perdóname». Nos hemos estrechado la mano« Gracias, Virgen de La Saleta». El 13 de junio, Norton es alcanzado por las balas enemigas. «14 de junio: Norton está perdido. Amputación de las dos piernas y del brazo derecho. Ha reunido sus últimas fuerzas para pedirme: «Dame su medalla« No para curarme« Para no morir como un perro». Su rostro estaba convulso a causa del sufrimiento. «¿Qué dijo la Virgen, Darreberg? Quiero saberlo ahora, antes de morir». Nunca es demasiado tarde« «Nunca he rezado confiesa Norton; ¿cómo se hace? Siempre me he burlado« ¿Has sido bautizado? No, pero quiero, quiero como tú« Darreberg, he querido matarte« Te pido perdón. Dime que me perdonas». Ha llegado el capellán católico. Norton ha recibido el sacramento del Bautismo. Después, la enfermera ha dicho: «Le voy a dar un poco de morfina, y así podrá dormir. No, gracias« Déjeme sufrir hasta el final« Debo pagar, tengo que pagar». Hasta mañana, querido Norton. « Quizás« Diles a los compañeros« Pídeles perdón por mí». El sacerdote ha expresado esta reflexión: «La Virgen es una gran ladrona de almas. Ya lo habéis visto: ¡es más hábil que el diablo!». 15 de junio: Norton ha muerto esta mañana. La enfermera me ha dicho: Le ha estado llamando toda la noche, y repetía: «Creo, como Darreberg« Quiero montañas de trigo». Así que le he dado morfina y se ha dormido. Luego, ha abierto los ojos y ha seguido murmurando: «Estoy viendo a la Señora de la Montaña. Sonríe. No está llorando. ¿Por qué decía Darreberg que lloraba?». Han sido sus últimas palabras. Acaba de morir».
«¡Espero una enorme alegría!»
«En La Saleta, María manifestó con toda claridad la constancia de su plegaria por el mundo. Ella nunca abandonará a los hombres, creados a imagen y semejanza de Dios y a quienes les ha sido dado convertirse en hijos de Dios (cf. Jn 1, 12)» (Juan Pablo II, 6 de mayo de 1996). La conversión de Darreberg pone de manifiesto el poder de la intercesión de nuestra Madre del Cielo. ¡Confiemos plenamente en ella!